quarta-feira, 31 de janeiro de 2018

Carta final do Intereclesial das CEBs


Tema: CEBs e os desafios do mundo urbano
Lema: “Eu vi e ouvi os clamores do meu povo e desci para libertá-lo” (Ex 3, 7)

Nós, os 3.300 delegados e delegados, participantes do 14º Intereclesial de CEBs, nos dias 23 a 27 de janeiro de 2018, na Arquidiocese de Londrina – PR, partilhamos com nossas comunidades a valiosa experiência vivenciada neste encontro.
Construímos o Intereclesial, patrimônio bíblico, teológico e eclesial da Igreja no Brasil, com representantes das comunidades católicas e de outras Igrejas cristãs, de povos originários e tradicionais de todas as regiões do nosso País, da América Latina e da Europa.

Diante dos clamores e desafios apresentados, fizemos a experiência de Moisés na sarça ardente, ao ser desafiado por Javé, o Deus libertador, que viu, ouviu e, ao descer, o enviou para libertar o seu povo do sistema de escravidão que aprisiona os corpos e coloniza as mentes.
Na vivência de uma Igreja em saída, como cristãos leigos e leigas, padres, religiosos, religiosas, diáconos, pastores e pastoras, bispos, lideranças de povos originários e tradicionais, nos colocamos numa postura de diálogo, em que cada pessoa tem algo a aprender com a outra e todas à escuta do ‘Espírito da verdade’ (Jo 14, 17), procuramos conhecer o que Ele ‘diz às Igrejas’ hoje (Ap 2, 7).

Partilhamos alguns destes clamores que esta escuta nos proporcionou, deixando-nos inquietos e desinstalados, conscientes de que eles ecoam com a mesma intensidade no coração de tantas pessoas de boa vontade.
Sabemos que o primeiro nível da escuta deve acontecer nas bases da Igreja, portanto, na comunidade que é “o primeiro e fundamental núcleo eclesial (…) célula inicial da estrutura eclesial, foco de evangelização e fator primordial da promoção humana (…)” (Medellín, 15, III. 1 a).

Reafirmamos nosso compromisso com uma Igreja da escuta e do diálogo. Queremos colaborar para que todos os organismos de serviços pastorais permaneçam conectados com a base e partam das pessoas, sobretudo, dos pobres e excluídos, dos desafios de cada dia e de seus clamores. Assim nos tornaremos uma Igreja em saída.
As CEBs continuam sendo um “sinal da vitalidade da Igreja” (RM 51). Os discípulos e as discípulas de Cristo nelas se reúnem na escuta e na partilha da Palavra de Deus. Buscam relações mais fraternas, igualitárias e inclusivas. Superam a cultura machista e o clericalismo. Celebram os mistérios cristãos e assumem o compromisso de transformação da sociedade e a defesa da criação, a nossa casa comum.

As mudanças culturais, os desafios e clamores da sociedade globalizada e da cultura urbana, o desmonte das estruturas democráticas em nosso País, a perda dos direitos civis e sociais e a degradação da dignidade humana e da criação levam as CEBs a assumirem os seguintes compromissos:
transmitir às novas gerações as experiências e os valores das gerações anteriores;
promover a cultura da vida;
tornar-se uma Igreja de comunidades em rede, com novos ministérios, que inclua a mulher em sua plena dignidade eclesial;
incentivar o protagonismo das juventudes e combater o seu extermínio;
apoiar as lutas dos povos indígenas, da população negra e quilombola, dos pescadores artesanais, da população em situação de rua, dos migrantes e refugiados, da população encarcerada, das crianças e dos idosos por cidadania plena;
cobrar políticas públicas de inclusão social, participar dos conselhos de cidadania, promover a democracia direta e participativa e a autodeterminação dos povos;
promover práticas de economia popular, solidária e sustentável;
reafirmar a vocação política dos cristãos e cristãs;
fortalecer a campanha pela auditoria da dívida pública, da reforma política e do controle sobre o poder judiciário;
apoiar e a colaborar com a REPAM e o sínodo para a Amazônia em 2019.

Nunca podemos nos esquecer de que as comunidades cristãs nasceram no meio dos pobres, como um grito de esperança e lugar de relações igualitárias e inclusivas.
À Igreja que está em Londrina e, que, solidária e afetuosamente nos acolheu, nossa eterna gratidão.
Ao Papa Francisco que, com seu testemunho evangélico, nos desafia a nos tornarmos, cada vez mais, uma Igreja pobre e dos pobres, nossa apoio fraterno e oração.

Pedimos as bênçãos de Nossa Senhora do Rocio, padroeira do Estado do Paraná, para a diocese de Rondonópolis-MT, que acolherá o 15º Intereclesial, em 2022, e para as comunidades que prossigam em caminhada, colocando os pés nas pegadas de Jesus de Nazaré.

Londrina – PR, 27 de janeiro de 2018

quarta-feira, 10 de janeiro de 2018

Ecoteologia y mineria

En este diálogo, el teólogo brasileño Afonso Murad, revela la conexión de la minería con la teología y cómo, a partir de los desafíos concretos de la minería, podemos hacer lectura de la fe cristiana. Esa es la cuestión central de la Ecoteología. La entrevista la realizó el misionero comboniano Dário Bossi, de la Red Iglesias y Minería:

Seguramente muchos se preguntarán ¿qué conexión puede existir entre la Teología y la Minería?, y también ¿de qué manera la Ecoteología puede ser útil a las comunidades que resisten y a las iglesias que se oponen al impacto de la minería?
La minería es un sector dentro de la cadena productiva de economía del mercado, donde la gente percibe un mayor impacto directo sobre el ambiente. La destrucción de las fuentes de agua, la destrucción de los bosques, un impacto sobre el agua y toda la biodiversidad, entonces, claro que eso tiene que ver muy de cerca con la teología.
Segundo, percibimos como la minería es un fenómeno de destrucción, aniquilamiento de las comunidades que están en sus territorios que ahora son ocupados por las empresas mineras. Entonces, son grandes exigencias para los cristianos en defensa de los pobres, de las comunidades tradicionales: quilombolas, indígenas, comunidades ribereñas. Esto nos toca de cerca, de alguna manera nos convoca a estar al lado y junto a los débiles. En ese sentido, diría que la minería da muchas cosas a la teología porque trae elementos nuevos, fuertes y nosotros aquí estamos, queriendo hacer ese largo camino de lectura de la fe cristiana a partir de esos desafíos específicos que nos plantea la actividad minera.

¿Cómo define usted a la Ecoteología?
La teología es una reflexión crítica, sistemática, elaborada sobre la fe cristiana o sobre cualquier tema significativo, a luz de la fe cristiana. Desde ese punto de partida, la Ecoteología es una teología que se hace en el horizonte de la ecología -no es que ella trata solo de ecología-, Sino que lo hace desde la convicción que nosotros, seres humanos, formamos parte de la Casa Común, del planeta tierra. Esta Casa Común que la habitamos con otros seres abióticos como el agua, el aire, la energía, el sol, y todos los otros seres vivos desde las plantitas hasta los grandes árboles, desde los insectos hasta los mamíferos. Nosotros somos parte de esa tierra, de esa Casa Común. Por lo tanto, nosotros somos responsables para que ella continúe habitable, esa es la gran realidad que nos impulsa a hacer una Ecoteología. O sea, cómo comprender la llamada doctrina cristiana, la Revelación, cómo vivir la fe cristiana dentro de ese horizonte. Y, también, Cómo contribuir para tornar nuestro planeta más habitable y más guiado principalmente por los más pobres.

¿Qué espera usted de la Red Iglesias y Minería, en un contexto en que las empresas se están acercando también a las iglesias y, por otro lado, las comunidades están pidiendo apoyo? En un futuro, cuáles son los pasos que la red puede realizar
Una primera cosa para mí como teólogo, participar de la red es un aprendizaje constante. Yo nací en una región donde oía como pasaba el tren llevando mineral de hierro todos los días. Pero, yo nunca me di cuenta de lo que éso significaba para el medio ambiente, y para las poblaciones afectadas.
Sucede qué la minería es una dimensión invisible de la explotación. Quienes vivimos en las ciudades desconocemos los problemas que genera la minería; la minería de hierro, de oro, de los metales radioactivos, eso nos toca muy poco. Nosotros consumimos materiales relacionados a los metales y no sabemos de dónde vienen ni qué impactos causan. Entonces, yo pienso que el tema de la minería es muy importante para la Ecoteología y para las Iglesias.
En referencia a la importancia de las redes: Trabajar en red es fundamental, exactamente porque nosotros somos débiles. El poder económico de las grandes mineras que hacen una alianza perversa con el poder político, nos convoca a juntarnos. Y ahí pienso también que la Red Iglesias y Minería, efectivamente tiene que ser más ecuménica, de “iglesias”. Reunir, por ejemplo, a las pequeñas iglesias evangélicas, que son minoría, pero que están comprometidas con la cuestión social para así tener más fuerza. Ese tipo de red son efectivas porque divulgan información, muestran las luchas exitosas, ayudan a madurar la metodología y a responder esa pregunta vital que es: ¿cuáles son las estrategias exitosas de nuestros aliados -y de nosotros también- y cuáles son las estrategias que nuestros opositores utilizan. Si no trabajamos en red, muy poco podemos avanzar.